viernes, agosto 24, 2012

Comentario

“Me he recluido sin el menor propósito de hacerlo, sin la menor sospecha de que eso iba a ocurrir. Me he convertido en un prisionero, me he encerrado en un calabozo y ahora no encuentro la llave; y aunque estuviera abierta la puerta, casi me daría miedo salir”.

¡Es peligroso crear abismos en los afectos humanos, no tanto por su longitud y anchura, sino porque rápidamente se cierran sobre sí mismos!.

En medio de la aparente confusión de nuestro mundo misterioso, los individuos se ajustan con tanta perfección a un sistema, y los sistemas unos a otros, y a un todo, que con solo dar un paso a un costado durante un instante, un hombre se expone al pavoroso riesgo de perder su lugar para siempre. Ese hombre puede convertirse, por así decirlo, en el paria del Universo.

¿No encierra esta historia una profunda moraleja? Si el resultado de uno, o de todos nuestros actos, pudiera ser proyectado y desarrollado ante nosotros, algunos dirían que eso es el destino y se preguntarían sobre él, mientras otros se dejarían arrastrar por sus deseos apasionados, y ninguno sería disuadido por los retratos proféticos.

No hay comentarios.: