viernes, diciembre 31, 2010

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

miércoles, diciembre 01, 2010

jueves, octubre 07, 2010

¿Qué puedo hacer para retenerte?
Te ofrezco las magras calles, los atardeceres desesperados, la luna de los ásperos suburbios.
Te ofrezco la amargura de quien ha mirado largamente la solitaria luna.
Te ofrezco a mis ancentros, a mis muertos, los fantasmas que otros hombres vivos honraron en mármol.
Te ofrezco cualquier cosa que en mis libros se pueda guardar, cualquier acto de valentía o alegría en mi vida.
Te ofrezco la lealtad de quien nunca ha sido leal.
Te ofrezco esa esencia mía que, de alguna forma, he salvado -esa que no comercia con palabras, ni trafica con sueños, y que permanece intacta ante el tiempo, las alegrías y las adversidades.
Te ofrezco el recuerdo de una rosa amarilla vista en un atardecer, años antes de que nacieras.
Te ofrezco explicaciones sobre ti, teorías sobre ti, auténticas y sorprendentes noticias sobre ti.
Te puedo dar mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón;
Intento sobornarte con incertidumbre, con peligro, con derrota.

martes, septiembre 07, 2010

Así como es la mejor gente, no la peor, la que más sufre de remordimientos de conciencia, así también es en nuestros mejores momentos cuando más amargamente sentimos lo bueno que no somos. Si yo fuese de una naturaleza diferente de lo que amo y admiro, podría disfrutar con tranquilidad de ánimo eso que amo y admiro, lo mismo que si se tratara de cualquier otro objeto bello y valioso que jamás pudiera haber sido producido por mí. Pero cuando más próximo estoy de sentir alguna semejanza con el ser que lo es todo para mí en este mundo, o cuando hago el mayor esfuerzo por corresponder con mi amor al amor y a la bondad que él muestra hacia mí...

sábado, julio 17, 2010

Poor Uncle Wiggily

She went downstairs, staggering now very badly, and wakened Mary Jane.
"Wuzzat? Who? Huh?" said Mary Jane, sitting bolt upright on the couch.
"Mary Jane. Listen. Please," Eloise said, sobbing. "You remember our freshman year, and i had that brown-and-yellow dress i bought in Boise, and Miriam Ball told me nobody wore those kind of dresses in New York, and i cried all night?" Eloise shook Mary Jane's arm. "I was a nice girl," she pleaded, "wasn't I?"

miércoles, junio 23, 2010

When i cannot sing my heart

Escuche. Perdone que se lo diga otra vez, pero no puedo dejar de venir aquí mañana. Soy un soñador. Hay en mí tan poca vida real, los momentos como éste, como el de ahora, son para mí tan raros que me es imposible no repetirlos en mis sueños. Voy a soñar con usted toda la noche, toda la semana, todo el año. Mañana vendré aquí sin falta, aquí mismo, a este mismo sitio, a esta misma hora, y seré feliz recordando el día de hoy. Este sitio ya me es querido. Tengo otros dos o tres sitios como éste en Petersburgo. Una vez hasta lloré recordando algo, igual que usted. Quién sabe, quizá usted también hace diez minutos lloraba recordando alguna cosa. Pero perdón, estoy desbarrando de nuevo. Puede que usted, alguna vez, fuera especialmente feliz en este lugar.

(...)

Yo mañana le voy a contar a usted todo lo mío. Pero ¿qué es esto? Parece como si me ocurriera un milagro. ¿Dónde estoy, Dios mío? ¿No está usted contenta de no haberse enfadado conmigo, como lo hubiera hecho otra mujer? ¿De no haberme rechazado desde el primer momento? En dos minutos me ha hecho usted feliz para siempre. Sí, feliz. Quién sabe, quizá me ha reconciliado usted conmigo mismo, quizá ha resuelto mis dudas... Quizá hay también para mí minutos así... Pero ya le contaré todo mañana, ya se enterará usted de todo.

sábado, mayo 08, 2010

Momento musical no.3

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazòn un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.

Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)

Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!

Se muere el universo, de una calma agonía
sin la fiesta del sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la tierra es una fruta negra que el cielo muerde.

Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.
Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.

domingo, marzo 21, 2010

(...)
- Apostaría algo a que usted duda de que yo tenga también una necesidad seria.
- Me tiene sin cuidado -dijo Paulina con tono tranquilo e indiferente-. Puesto que me lo pregunta, sí, dudo que algo pueda atormentarlo profundamente. Usted es capaz de atormentarse, pero no en serio. Usted es un hombre desordenado e inestable. ¿Para qué necesita dinero? En ninguna de las razones que me expuso usted el otro día hallé nada serio.
- A propósito -le interrumpí-, me dijo usted que tenía necesidad de pagar una deuda. Una deuda importante, me parece. ¿Acaso el francés?
- ¿Qué significa esto? ¡Se siente usted muy caballero hoy! ¿Acaso ha bebido?
- Usted sabe que me permito decirlo todo y hacer a veces preguntas muy directas. Le repito que soy su esclavo. Un esclavo no puede confundirla, no puede ofenderla.
- ¡Qué absurdo! No puedo sufrir su teoría de la "esclavitud".
- Observe que no hablo de mi esclavitud porque desee ser su esclavo. Hablo de ella simplemente como de un hecho independiente de mi voluntad.
- Dígame francamente: ¿Para qué necesita dinero?
- Y usted ¿Por qué desea saberlo?
- Como quiera -repuso con altivez.
- Usted no soporta la teoría de la esclavitud, pero exige que sea su esclavo: "¡Responda sin replicar!" Muy bien, sea. Me pregunta usted por qué tengo necesidad de dinero. ¡Qué pregunta! El dinero...lo es todo.
- Comprendo, pero no hay que caer en semejante locura deseándolo. Porque usted va justamente al delirio, hasta el fatalismo. En ello hay algo, una finalidad precisa. Quiero que me hable sin rodeos, vamos.

Hubiérase dicho que empezaba a enojarse. Me encantaba que continuase haciéndome preguntas con ese tono colérico.

- Naturalmente, tengo una finalidad, pero no sabría explicarle cuál. Es simplemente que con dinero me convertiré en otro hombre, hasta a sus propios ojos, y dejaré de ser un esclavo.
- ¿Cómo? ¿Cómo lo conseguirá?
- ¿Que cómo lo conseguiré? ¡Ni siquiera puede usted comprender que yo pueda llegar a que usted me mire de manera distinta que a un esclavo! Esto es justamente lo que yo no quiero, no quiero esos asombros ni esas incomprensiones.
- Usted decía que esa esclavitud le resultaba deliciosa. Yo también lo creía.
- Usted lo creía -exclamé con una extraña voluptuosidad-. ¡Qué bella ingenuidad la suya! Pues bien, sí, la esclavitud que usted me hace sufrir es una delicia para mí.

miércoles, enero 20, 2010

296 - Más allá del bien y del mal.

¡Ay! ¿Qué sois ahora, pensamientos míos, una vez que os he escrito y coloreado? Hace poco erais tan multicolores, tan jóvenes y maliciosos, tan llenos de aromas picantes y secretos, que me hacíais reír y estornudar. ¿Y ahora? Habéis perdido vuestra novedad, y temo que algunos de vosotros estéis dispuestos a convertiros en verdades. Ofrecéis un aspecto tan inmortal, tan honesto y tan enojoso, que parte el corazón. Pero, ¿es qué alguna vez ha sido de otro modo? Porque, ¿qué es lo único que somos capaces de escribir y de pintar con nuestros pinceles de mandarines chinos quienes eternizamos lo que se deja escribir? ¡Ay! ¡Sólo lo que está empezando a marchitarse y a perder su perfume! ¡Sólo tormentas que se alejan y se disipan, y sentimientos que el otoño a tornado amarillos! ¡Sólo pájaros perdidos y cansados de volar, que se dejan coger por nuestras manos! Eternizamos todo lo que ya no puede vivir ni volar, lo que ya está cansado y reblandecido. Para pintar tan sólo vuestro atardecer, pensamientos míos escritos y coloreados, mi paleta dispone de colores --de múltiples colores de infinitos matices y delicados tonos amarillos, grises, verdes y rojos--, pero nadie es capaz de adivinar, viendo mi pintura, cuál fue el esplendor de vuestra mañana, súbitas centellas, maravillas de mi soledad, viejos y queridos...malos pensamientos míos!