domingo, abril 08, 2012

Artificio

El joven estaba sincera, pero apaciblemente enamorado. Se encantaba con la radiante belleza de su comprometida, con su salud, gracia y destreza en los juegos, y con el tímido interés que comenzaba a demostrar por los libros e ideas que él le inculcaba. Ella era recta, leal y valiente, tenía sentido del humor (principalmente comprobado por las risas que él mismo le provocaba al bromear); y, él sospechaba, que en lo profundo de su inocente y curiosa alma, existía un brillo conmovedor que sería dichoso de descubrir.

Pero luego de terminado el análisis, volvió desalentado al pensamiento de que toda su sinceridad e inocencia eran un producto artificial. La naturaleza humana en bruto no es franca ni inocente; las torceduras y la desconfianza son instintivas. Entonces se sintió oprimido por esta creación de pureza ficticia, tan astutamente manufacturada por una conspiración de madres, tías, abuelas y ancestros de rancia época; porque estaba supuesto que eso era lo que a él correspondía, en orden a que tal vez ejerciera un caballerezco placer al destruir el artificio como si se tratara de una figura de nieve.

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